Y...de puntillas ha llegado el otoño. El nogal, este año sólo me ha producido una nuez; por el contrario, el granado y el manzano están desbordados y sus frutos madurando tranquilos y esperando quizá la ayuda de furtivos rayos de sol que les ayuden en los últimos días a desprenderse de la rama madre.
Yo siento algo parecido, tras un verano con muchas maletas hechas y deshechas, he comenzado mi curso. Estoy considerando seriamente la posibilidad de que sea el último dedicado a la enseñanza. Seguramente pida la jubilación anticipada. Aunque siento ilusión por este comienzo escolar, cada vez me veo más distanciada de los compañeros y compañeras y a años luz de los padres y madres de los que serán mis alumnos este año.
Tengo la necesidad de pasar página y a la vez me da pena que mi experiencia y capacidad para lo que realmente sirvo queden en saco roto: ni pagado ni agradecido.
El "cambio de tercio" por un lado me parece interesante y por otro me da miedo; cuando las circunstancias me han obligado a tomar decisiones en mi vida he tirado del carro y he cerrado sin piedad posibilidades eligiendo con más o menos acierto, pero ahora es una decisión voluntaria y con muchos pros y contras bastante contradictorios entre sí.
No tengo un libro vacío, mis páginas están repletas. Creo que a lo largo de mi vida he apovechado bastante las posibilidades, pero el abrir un nuevo capítulo me supone otro esfuerzo que no sé si podré asumir.
Ahora realmente por primera vez, sólo tengo que pensar en mí por lo que me veo sin escudo ni tapadera. Creo que me ha sido más fácil tomar decisiones pensando en mis hijas, por ejemplo, que a lo largo de mi vida adulta me han servido de motor y freno al mismo tiempo, equilibrando, de alguna manera mi "potencia" y mi "acto".
Cuando comencé a tomar decisiones irrevocables tenía la necesidad de pensar en un futuro mejor y desechaba tranquilamente las opciones que se alejaban de esta meta.
Ahora es distinto: estoy en el futuro. No lo veo negro ni mucho menos sino, por el contrario, páginas en blanco que no sé ni cómo empezar. No es fácil para mí dejarme llevar, siento la necesidad de implicarme en todo lo que hago y no sé si voy a saber no tener nada que hacer e inventarme cada día.
Y...llueve, huele a otoño. Los frutos agradecen esta lluvia tranquila y suave. Saben que el sol saldrá mañana o pasado...Yo también lo espero pero hoy disfruto viendo llover.
Yo siento algo parecido, tras un verano con muchas maletas hechas y deshechas, he comenzado mi curso. Estoy considerando seriamente la posibilidad de que sea el último dedicado a la enseñanza. Seguramente pida la jubilación anticipada. Aunque siento ilusión por este comienzo escolar, cada vez me veo más distanciada de los compañeros y compañeras y a años luz de los padres y madres de los que serán mis alumnos este año.
Tengo la necesidad de pasar página y a la vez me da pena que mi experiencia y capacidad para lo que realmente sirvo queden en saco roto: ni pagado ni agradecido.
El "cambio de tercio" por un lado me parece interesante y por otro me da miedo; cuando las circunstancias me han obligado a tomar decisiones en mi vida he tirado del carro y he cerrado sin piedad posibilidades eligiendo con más o menos acierto, pero ahora es una decisión voluntaria y con muchos pros y contras bastante contradictorios entre sí.
No tengo un libro vacío, mis páginas están repletas. Creo que a lo largo de mi vida he apovechado bastante las posibilidades, pero el abrir un nuevo capítulo me supone otro esfuerzo que no sé si podré asumir.
Ahora realmente por primera vez, sólo tengo que pensar en mí por lo que me veo sin escudo ni tapadera. Creo que me ha sido más fácil tomar decisiones pensando en mis hijas, por ejemplo, que a lo largo de mi vida adulta me han servido de motor y freno al mismo tiempo, equilibrando, de alguna manera mi "potencia" y mi "acto".
Cuando comencé a tomar decisiones irrevocables tenía la necesidad de pensar en un futuro mejor y desechaba tranquilamente las opciones que se alejaban de esta meta.
Ahora es distinto: estoy en el futuro. No lo veo negro ni mucho menos sino, por el contrario, páginas en blanco que no sé ni cómo empezar. No es fácil para mí dejarme llevar, siento la necesidad de implicarme en todo lo que hago y no sé si voy a saber no tener nada que hacer e inventarme cada día.
Y...llueve, huele a otoño. Los frutos agradecen esta lluvia tranquila y suave. Saben que el sol saldrá mañana o pasado...Yo también lo espero pero hoy disfruto viendo llover.