sábado, 6 de septiembre de 2008

El regreso

Y...de puntillas ha llegado el otoño. El nogal, este año sólo me ha producido una nuez; por el contrario, el granado y el manzano están desbordados y sus frutos madurando tranquilos y esperando quizá la ayuda de furtivos rayos de sol que les ayuden en los últimos días a desprenderse de la rama madre.

Yo siento algo parecido, tras un verano con muchas maletas hechas y deshechas, he comenzado mi curso. Estoy considerando seriamente la posibilidad de que sea el último dedicado a la enseñanza. Seguramente pida la jubilación anticipada. Aunque siento ilusión por este comienzo escolar, cada vez me veo más distanciada de los compañeros y compañeras y a años luz de los padres y madres de los que serán mis alumnos este año.

Tengo la necesidad de pasar página y a la vez me da pena que mi experiencia y capacidad para lo que realmente sirvo queden en saco roto: ni pagado ni agradecido.

El "cambio de tercio" por un lado me parece interesante y por otro me da miedo; cuando las circunstancias me han obligado a tomar decisiones en mi vida he tirado del carro y he cerrado sin piedad posibilidades eligiendo con más o menos acierto, pero ahora es una decisión voluntaria y con muchos pros y contras bastante contradictorios entre sí.

No tengo un libro vacío, mis páginas están repletas. Creo que a lo largo de mi vida he apovechado bastante las posibilidades, pero el abrir un nuevo capítulo me supone otro esfuerzo que no sé si podré asumir.

Ahora realmente por primera vez, sólo tengo que pensar en mí por lo que me veo sin escudo ni tapadera. Creo que me ha sido más fácil tomar decisiones pensando en mis hijas, por ejemplo, que a lo largo de mi vida adulta me han servido de motor y freno al mismo tiempo, equilibrando, de alguna manera mi "potencia" y mi "acto".

Cuando comencé a tomar decisiones irrevocables tenía la necesidad de pensar en un futuro mejor y desechaba tranquilamente las opciones que se alejaban de esta meta.

Ahora es distinto: estoy en el futuro. No lo veo negro ni mucho menos sino, por el contrario, páginas en blanco que no sé ni cómo empezar. No es fácil para mí dejarme llevar, siento la necesidad de implicarme en todo lo que hago y no sé si voy a saber no tener nada que hacer e inventarme cada día.

Y...llueve, huele a otoño. Los frutos agradecen esta lluvia tranquila y suave. Saben que el sol saldrá mañana o pasado...Yo también lo espero pero hoy disfruto viendo llover.

8 comentarios:

La Solateras dijo...

Entiendo esa sensación contradictoria. Tu trabajo conlleva una implicación personal mucho más profunda que otros; el mío, sin ir más lejos, que sólo me sirve para proporcionarme un poco de pasta -poca- a fin de mes. Lo tuyo es distinto; toda la labor que has hecho a lo largo de estos años estoy segura que ha dejado huella en tí y en tus alumnos y dejar a un lado eso tiene que resultar doloroso aunque, por otra parte, gratificante.

Muy bonito tu post y muy bien transmitidas tus emociones.

Bienvenida otra vez.

Anónimo dijo...

Bueno al fin te decides.
Te veo algo confunsa y con penita.
Haz lo que creas que debes hacer o como se dice ahora " lo que te pida el cuerpo ".

Como bien dices, no tienes un libro vacio, sino repleto de hojas con la obra de tu vida que no es poca.

Animo samotracia (topicazo al canto) " el mundo es tuyo ", sal de esa jaula y dedicanos mas tiempo para tus blogs.

Bonito, bonito, si señor.
Besitos

Anónimo dijo...

¿Ni agradecido ni pagado?. Lo último puede ser, pero estoy segura que más de uno echará de menos a su "maestra". Conociendote, tus clases podran ser de todo menos aburridas.

Es dificil pasar página voluntariamente, pero si lo haces, tendrás muchas cosas que inventar cada día.

Suerte con lo que decidas.

Elena dijo...

Querida Mamá:
No hace falta que te diga lo orgullosísima que estoy de ti. Y no hace falta que te diga que las decisiones que tomes, buenas me parecen. No te puedo negar que me dé pena, pero me parece una decisión buena, justa y merecida, que ya está bien de soportar a niños maleducados, a padres más maleducados todavía y a profesores gilipollas dirigidos por directores más gilipollas todavía, madre mía, yo no habría llegado ni a los 45.

Si quieres seguir dando clases pues dámelas a mí, enséñame a ser una madre tan guay como tú lo has sido, que eso si que es difícil y francamente creo que lo has hecho estupendamente, sobre todo conmigo que tengo, ya sabes, menos genes adversos, que tu primogénita.

Besos enormes de tu hija predilecta. Elena.

Anónimo dijo...

Solo por leer un comentario como el de tu hija, merece la pena abrir
un blog.

El merito es tuyo, ya puedes estar orgullosa.

Un besazo

Anónimo dijo...

Opino que no deberían existir hijas predilectas ni genes adversos, así que si los hay yo ocuparía al menos parte de ese nuevo tiempo libre de que vas a disfrutar en recuperarlos y cuidarlos.
Feliz nueva vida!!!

Samotracia dijo...

¡Hola a todos! Contesté a Elena y a todos en su momento pero no sé por qué no salió mi respuesta en este blog.Anónimo:Es por supuesto que no hay hijas predilectas.Cuando sea madre entenderá que esto es una bipartición perfecta que se repite con cada hijo y lo hace único e irrepetible.Por esa misma razón tampoco existen los genes adversos.Yo tengo la suerte de haber "fabricado" a mis dos hijas con muchísimo amor.Las he esperado cada minuto de mi embarazo con auténtica ilusión y me he maravillado del resultado con un estupor que me hace dudar a veces de que en algo haya contribuido yo.
Las opiniones de este blog,son libres y en algunos casos no estoy de acuerdo pero esto es así.

Anónimo dijo...

Yo quiero una mama así. Suete en to.